Jueves 25 de Abril de 2024.- Muy buenos días. Agradezco a la presidenta de Icare su invitación a este encuentro y me sumo al merecido homenaje al ex presidente Sebastián Piñera, cuya repentina partida causó un profundo impacto en cada uno de nosotros. Desde el mundo empresarial valoramos y agradecemos su invaluable contribución a Chile. Un saludo muy especial a su señora, Cecilia Morel, a sus hijos y toda su familia.
Hoy Icare nos invita a hacer justamente lo que nos caracteriza en nuestra esencia misma de empresarios, que es movilizarnos. Porque la inacción no está en nuestro ADN. Las empresas son agentes de cambio para generar transformaciones y soluciones que la sociedad demanda. Crear, cambiar, innovar, inventar, arriesgar es lo que hacemos todos los días. La competencia nos desafía a adaptarnos y movernos por nuestras metas permanentemente. Con la energía, agilidad y flexibilidad que nos caracteriza, el sector privado ha sido un aliado en la carrera de Chile hacia el desarrollo y nos hemos consolidado como actores protagónicos y determinantes para la calidad de vida de las personas, de sus familias y de las comunidades en que habitan. Porque ellos no nos dan lo mismo.
Somos 6 millones de chilenos y chilenas que trabajamos en empresas del sector privado y juntos movemos al país hacia el desarrollo. De hecho, las empresas aportamos más del 80% del PIB nacional y generamos cerca de 80% del empleo, con todo el círculo virtuoso que ello significa. Somos también las empresas de todos los tamaños las que financiamos en alrededor de un 40% al Estado, aportándole los recursos para realizar los programas sociales que necesitan distintos grupos de la sociedad.
Con nuestro trabajo y compromiso, las empresas y los gremios hemos demostrado cuánto podemos colaborar con gestión y recursos, ya sea frente a las emergencias o en nuestra labor diaria de relacionamiento con los trabajadores y la sociedad. Estas acciones se suman al camino que hemos recorrido avanzando en materia de integridad y buenas prácticas.
Siempre habrá situaciones complejas y a veces hemos fallado, pero hemos puesto toda nuestra voluntad para tratar de enmendar los errores.
Para que podamos desplegar todo nuestro potencial empresarial a la hora de crear, invertir y ayudar a generar los cambios que la sociedad demanda, deben darse ciertas condiciones mínimas que desde hace un tiempo se han venido debilitando en nuestro país. Ello ha traído consigo un deterioro en la calidad de vida de los chilenos y chilenas. Un deterioro no sólo material, sino también emocional, del estado de ánimo.
En una rápida revisión, veamos el estado del arte:
En materia de seguridad, los delitos violentos en general alcanzan máximos históricos según datos de Carabineros de Chile. En cuanto a la salud, aumentan las listas de espera -que ya suman 2,7 millones de personas-, mientras la atención política está entrampada en el destino del sistema de isapres, cuando lo más dramático es el riesgo para los pacientes. El deterioro de la educación afecta a las familias más vulnerables, donde incluso hay un número no menor de niños que no tiene matrícula para este año, mientras que los datos de las brechas en el aprendizaje son alarmantes: un 96% de los alumnos de primero básico no conoce las letras del alfabeto. En materia de empleo, aún nos falta por recuperar 190 mil puestos de trabajo para alcanzar la tasa de ocupación prepandemia. Las pensiones, en tanto, siguen siendo bajas para la mayoría de los jubilados. El déficit habitacional aumentó un 13% desde 2017, lo que implica que hoy se necesita 1 millón de nuevas viviendas.
Nuestro crecimiento ha sido muy escaso y enfrentamos una pausa de proyectos de inversión de gran envergadura. Más allá de las últimas cifras de la actividad económica e inflación que trajeron buenas noticias, las alertas -y así lo hizo ver el Banco Central- tienen que ver justamente con esta debilidad persistente de la economía chilena, que es la falta de inversión. De acuerdo al último IPOM, la inversión cayó el 2023 en un 1,1% y lo hará también este año.
Los datos están ahí, son indesmentibles y sin mayor inversión Chile no podrá superar el 2% de crecimiento tendencial (hace una década proyectábamos un crecimiento futuro de 5%). Proyectar que vamos a crecer entre un 2% y un 3% este año no debiera dejarnos para nada satisfechos. Es simplemente una constatación de que la cosa no empeora, pero nadie nos asegura que vaya a mejorar.
¿Cómo llegamos aquí? Los invito a imaginar una carrera de obstáculos donde vayamos identificando algunos hitos que nos han hecho la pista más pesada:
En 2014 se aprobó una reforma tributaria que marcó un antes y un después en materia de inversión y crecimiento. Al año siguiente, se cambió el sistema electoral, produciendo una fragmentación que impide grandes acuerdos sociales, pro inversión y crecimiento. Luego vinieron el estallido social y la pandemia con sus desafortunados efectos. Tuvimos que enfrentar dos intentos fallidos de procesos constitucionales que llenaron al país de incertidumbre, lo que se sumó a la ya instalada polarización y desconfianza de la ciudadanía. En paralelo, comenzaron a diseñarse reformas económicas y sociales refundacionales, las principales, en materia tributaria y de pensiones. Los últimos años, además, los habitantes de todo el país han debido enfrentar un peak de violencia, delincuencia y delitos de alta connotación que hace que la percepción de inseguridad supere el 90%, la más alta en 10 años. Como si todo esto no fuera suficiente, la guerra entre Rusia y Ucrania sacudió a Chile ejerciendo mayor presión sobre los precios de alimentos, energía y materias primas. Y ahora, el conflicto en Medio Oriente ensombrece más el ya incierto escenario internacional.
Aunque algunos de estos golpes no han sido nuestra responsabilidad, otros los hemos causado nosotros mismos, con las consecuencias ya por todos conocidas. Así las cosas, Chile creció entre 2014 y 2023 en promedio 1,9% al año, lejos del promedio de 4,8% registrado entre 2004 y 2013, cuando todo indicaba que avanzábamos a paso firme hacia el selecto grupo de los países desarrollados.
Creo que muchos de nosotros aquí presentes alcanzamos a vislumbrar el desarrollo en el horizonte durante esos años; incluso por momentos algunos lo vimos a la vuelta de la esquina. En la última década, sin embargo, la pista se fue poniendo cuesta arriba y el sueño se fue esfumando. Lo que preocupa hoy es que el potencial de crecimiento de la economía chilena en el mediano y largo plazo es a todas luces insuficiente para alcanzar el anhelado y ahora lejano desarrollo. Lo que en algún momento nos parecía una carrera de 400 metros planos, se fue transformando en una llena de obstáculos y donde la meta ya no se ve con claridad.
Hace unos días conocimos con preocupación el ranking de The Economistsobre los mejores lugares del mundo para hacer negocios. Chile bajó 9 puestos a nivel global, pasando del 21 al 30. Según el informe, esto se debería a “políticas que no son favorables a los negocios”, como “leyes laborales más restrictivas”, “la política nacional de litio que desincentivaría la inversión”, “el aumento de la tasa de criminalidad”, entre otras. El líder, en tanto, es Singapur, que ha crecido de manera sostenida durante las últimas décadas.
Y a propósito de condiciones favorables para los negocios, nos preocupa que nuestro país aún no ratifique el Acuerdo con la Unión Europea, que se firmó hace ya cuatro meses. Es indispensable que el Gobierno acelere este importante trámite, ya que la modernización del tratado traerá claros beneficios a nuestro comercio e inversiones con los países de ese bloque económico.
A la luz de la evidencia, una cosa es indiscutible: ningún país ha alcanzado el desarrollo sin crecimiento económico. Ninguno. Y tenerlo así de claro es el primer paso necesario para volver a encaminarnos en la ruta que entre todos hemos recorrido. Hacia allá debemos movilizarnos, trabajar juntos y permitir que los chilenos y chilenas recuperen la esperanza en un futuro mejor para ellos y sus familias. En esta tarea movilizadora, todos somos indispensables: el Estado, las empresas y la sociedad civil. Por eso resulta tan importante fortalecer la confianza entre todos los actores y profundizar la virtuosa colaboración público privada, que siempre nos ha traído buenos resultados como país. Unidos somos el mejor equipo.
Imaginemos nuevamente la carrera, pero en vez de los obstáculos que mencionamos pensemos qué facilitadores o “movilizadores” nos podrían ayudar a crecer para llegar más rápido a la meta del desarrollo. Porque créanme que, viendo todas las necesidades y desafíos pendientes, desde el mundo empresarial estamos absolutamente convencidos que es un deber moral crecer de manera sostenible para que las personas tengan más oportunidades, empleos de calidad, mejores remuneraciones y una vida que las haga más plenas y felices a cada una de ellas y sus familias.
Porque a los empresarios no nos da lo mismo, nuestro compromiso es volver a poner el sueño del desarrollo como una meta posible y cercana, porque el haber dejado de soñar con ella ha destruido la esperanza y hoy necesitamos hacer de esa esperanza una realidad más pronto que tarde. Las personas no pueden ni deben seguir esperando.
1. Un primer facilitador o condición habilitante del crecimiento es más seguridad. La violencia es un impuesto altísimo que hoy estamos pagando todos, personas y empresas. Es deber del Estado bajar este impuesto de manera urgente. Porque sin seguridad no hay esperanza ni carrera posible.
2. Un mejor Estado también debe ser un habilitador del crecimiento. Los países desarrollados se caracterizan por tener un Estado moderno, eficiente, ágil y profesional. Un Estado menos productor y más facilitador, que acompañe y permita al sector privado desplegar todo su potencial, sin minimizarlo, y menos, excluirlo. Un Estado probo, transparente y de buen trato, al servicio de los ciudadanos, que garantice la libertad de las personas e incentive el emprendimiento.
3. La certeza jurídica es un tercer requisito para avanzar y crecer y aquí juega un rol gravitante el actual sistema público de permisos ambientales y sectoriales que se ha transformado en un escollo que alarga y dificulta excesivamente la tramitación de proyectos de inversión y no necesariamente redunda en una mayor protección ambiental, pero sí en un enorme desincentivo, costo e incertidumbre para quien decide invertir.
Chile es de los países con procesos regulatorios más complejos y engorrosos de la OCDE. Por eso celebramos el proyecto de ley de permisos sectoriales que hoy se discute en el Congreso, el cual en general compartimos, pues busca agilizar procesos de aprobación de permisos y promover con ello la inversión y el crecimiento. Esperamos que tenga una rápida tramitación. Pero un segundo proyecto de ley en esta línea, que se refiere a los permisos ambientales, lo consideramos insuficiente para la trasformación profunda que requiere el sistema y podría aumentar las incertezas para los inversionistas.
4. Otra condición habilitante para el crecimiento es la competitividad tributaria. Necesitamos un sistema tributario que promueva el ahorro, la inversión y el desarrollo de las empresas, y que ofrezca condiciones a los inversionistas que nos hagan elegibles a la hora de decidir dónde realizar sus proyectos. Por lo mismo, sería tremendamente perjudicial para el crecimiento económico una reforma tributaria con alza de impuestos.
Desde los gremios empresariales hemos sido propositivos y en enero pasado, presentamos una alternativa al Pacto diseñado por el Gobierno, que incluye una propuesta de convergencia tributaria y crecimiento económico. Esperamos que la conversación cambie desde la recaudación hacia los incentivos al crecimiento, el ahorro y la inversión, para poner con fuerza en marcha al país.
5. Capital humano para el futuro es otro catalizador para el crecimiento. Para poder tomar las oportunidades que se presentan, es necesario desarrollar nuevas competencias y conocimientos de forma continua, desde la primera infancia hasta la adultez. No podemos descuidar la educación, aquí nos jugamos el futuro.
La CPC y sus ramas entendemos que en este desafío las empresas tenemos un rol protagónico. En la formación técnico-profesional es donde naturalmente se produce el vínculo entre el mundo de la educación y el mundo del trabajo; es donde radica la fuerza de nuestro desarrollo, porque es fuente de oportunidades y de movilidad social. Por eso, hemos impulsado una alianza con INACAP, y juntos estamos desarrollando el proyecto Cauce, que presentamos el año pasado en este mismo escenario y que está dando a los estudiantes de liceos técnicos, formación dentro de las empresas, permitiéndoles adquirir los conocimientos y habilidades que les den más oportunidades de progreso.
6. También será un gran aporte al crecimiento económico si sabemos aprovechar nuestras ventajas comparativas en la transición hacia una economía sostenible. En la lucha contra el cambio climático, contar con el litio, el hidrógeno verde, el cobre verde y las tierras raras representa una oportunidad histórica para transformar a Chile en uno de los principales exportadores de energía limpia a nivel global. Esto incentivaría nuevas
5
inversiones, la creación de empleos, la descentralización y el fortalecimiento de sectores complementarios como el de la logística. La pregunta es si vamos a aprovechar las oportunidades dándole al sector privado el espacio necesario para desarrollar al máximo estas industrias, o nos vamos a entrampar en la discusión ideológica.
7. Finalmente, y si queremos lograr todo lo anterior, es clave contar con un sistema político que dé gobernabilidad, generando los incentivos para volver a tener buenas políticas públicas, que favorezcan la inversión, el empleo y el crecimiento. El actual mecanismo proporcional ha causado un enorme daño, que nos tiene con más de 20 partidos en el Congreso y solo ha incentivado la polarización. Malas políticas públicas son el principal riesgo para el desarrollo del país.
Hoy participo por segunda vez en Enade como presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio. Para mí, ha sido un honor tomar esta posta junto a la vicepresidenta Susana Jiménez, siguiendo el camino liderado por mis antecesores para representar al mundo empresarial y hacer oír nuestra voz en tiempos en que algunos han querido desvirtuar el aporte esencial de la actividad privada. Nuestro estilo es y seguirá siendo el de un diálogo respetuoso y constructivo, donde podemos discrepar en los distintos caminos para avanzar, pero siempre encontrarán en nosotros la disposición a escuchar y argumentar con evidencia, buscando lo mejor para Chile.
Este 2024 nos pone a prueba en la desafiante carrera hacia nuestro futuro, en que podemos elegir la pista que nos lleva hacia el progreso, o nos podemos equivocar, fallarle a la ciudadanía y quedarnos atrapados en la cancha del subdesarrollo.
Los empresarios estaremos a la altura de lo que el país requiere, para que Chile recupere la esperanza. Somos miles de hombres y mujeres, empresarios, empresarias y emprendedores de todos los rubros y regiones listos para la tarea del cambio, la innovación y el progreso que beneficie a todos los habitantes de nuestro país. Despejemos la pista y
echemos a andar los motores del crecimiento. Chile tiene grandes oportunidades. Si en las últimas décadas hicimos lo que parecía imposible, podemos volver a hacerlo y, juntos, llegar más lejos.
Cuenten con nosotros en esta carrera de Chile hacia el desarrollo integral. Muchas gracias.
0 Comments:
Publicar un comentario